
El otro proyecto de carretera hídrica que está sobre la mesa
29.04.2013 10:14Se trata de Vía Hídrica del Norte de Chile, iniciativa que contempla una tubería convencional por tierra para trasladar agua desde los ríos Biobío, Maule y Rapel, hasta el norte del país.
La posibilidad de que el agua de los ríos Biobío y Maule llegue a las ciudades y actividades productivas del norte chileno han ido en aumento en los últimos meses. La Estrategia Nacional de Recursos Hídricos (ENRH), presentada en marzo, tiene como uno de sus ejes enfrentar la escasez de este vital elemento, evaluando alternativas no convencionales, como ductos submarinos y la conducción de caudales de agua desde cuencas con disponibilidad a aquellas deficitarias.
El proyecto pionero en este sentido es Aquatacama, la iniciativa de tubería submarina impulsada por la firma francesa Vía Marina (del grupo Vinci). Pero le salió competencia. Un consorcio chileno-español hizo una propuesta alternativa, con una tubería convencional por vía terrestre para trasladar agua desde las desembocaduras de los ríos Biobío, Maule y Rapel, hasta el norte del país.
Euro Engineering Group, formado por las firmas de ingeniería Betancourt Ingenieros, Euroestudios y BAG Ingenieros, ingresó en febrero su proyecto a la Coordinación de Concesiones del MOP.
Los ingenieros detrás de la iniciativa, bautizada como “Vía Hídrica del Norte de Chile”, están seguros de que su proyecto será acogido y que una vez que sea aprobado no habrá problemas de financiamiento ni necesidad de subsidios, porque “es rentable”, a pesar de que el ducto principal y sus ramales contemplan una inversión cercana a los US$ 10.400 millones.
Las autoridades estudian ambas iniciativas. “Como gobierno y Ministerio de Obras Públicas estamos trabajando en una Estrategia Nacional de Recursos Hídricos que nos permita enfrentar a corto, mediano y largo plazo los desafíos en materia hídrica. Uno de los ejes de esta estrategia es la creación de nuevas fuentes de agua y, dentro de ellas, estamos impulsando todas las alternativas que nos permitan enfrentar el déficit hídrico, como la construcción de embalses, la infiltración de acuíferos y la desalación, así como también estamos estudiando alternativas más innovadoras para la creación de nuevas fuentes”, señaló la ministra Loreto Silva.
Ventajas de la iniciativa
Santiago Manzano, director general de Betancourt Ingenieros; Juan Pablo Gutiérrez, director internacional de Euroestudios, y Antonio Sebastián Domínguez, director técnico de Bag Ingenieros, destacan las ventajas de esta carretera terrestre: se trata de una técnica de construcción probada, que ya es posible ver funcionando en China, EEUU y España, señalan. No hay dependencia de tecnologías propietarias y el trazado permite que el agua se entregue en los puntos de consumo y no en la costa.
Vía Hídrica prevé un caudal de 25 m3 por segundo, de los cuales 5 m3 se destinarían al consumo humano, 5 m3 a riego y 15 m3 a las necesidades de nuevos proyectos mineros. Sus impulsores estiman que, utilizando las tarifas actuales para consumo humano, Vía Hídrica tiene una TIR de proyecto cercana al 10%, considerando obras que se financien con deuda a 12 años y una concesión por 25 años. Transcurrido ese plazo, los derechos de agua y la propiedad de los ductos regresan al Estado.
Manzano también cree que licitar una megaobra puede resultar más complicado que dividir el proyecto en tramos. En ese caso, en vez de una sola tubería de cuatro metros de diámetro y con una sola concesionaria, se puede licitar por tramos, con tuberías paralelas de tres metros. El primer tramo iría de Biobío a La Higuera (IV Región), el segundo del río Maule a Diego de Almagro (III Región), el tercero de La Higuera a Calama y el último de Diego de Almagro a Arica.
¿Qué ventaja tiene trasladar el agua a miles de kilómetros, frente a desalar el abundante agua de mar?
Juan Pablo Gutiérrez explica que aunque la desalación de agua para uso industrial puede hacerse a costos relativamente razonables, el consumo humano y la agricultura exigen procesos más intensos y más caros, a lo que hay que sumar el costo de la energía para subir el agua a las faenas mineras o terrenos agrícolas. En cambio, el agua dulce de los ríos puede usarse con un tratamiento mínimo para consumo humano, en agricultura y para recarga de acuíferos y regeneración de humedales. Por otra parte, agrega Gutiérrez, alcanzar el mismo volumen de agua exigiría la construcción de unas 10 o 12 plantas desaladoras, con una inversión de US$ 2.000 millones cada una. Las mineras, de hecho, han mostrado gran interés por un proyecto que, en promedio, podría hacer bajar los US$ 6/m3 que pagan hoy a US$ 3/m3.
Una de las críticas de los ambientalistas a los proyectos de trasvase de agua es el gasto energético que demandan. Manzano señala que si bien hay un consumo inicial para poner el agua en movimiento, hay estaciones de turbinado en la propia tubería que permiten reutilizar la energía. Además, se estudió la instalación de plantas termosolares para impulsar el agua y de centrales hidroeléctricas, por ejemplo en la bajada a Iquique, que pueden generar excedentes de electricidad. Eso, no obstante, requeriría una inversión adicional que podría llegar a US$ 4.500 millones.
“El problema de Chile no es la falta de agua, sino su mala distribución y los problemas relacionados con la eficiencia en el uso y la falta de infraestructura. Es imperativo mejorar la conectividad hídrica, ya que con muy poca agua que se traslade desde el sur hacia el norte podríamos generar beneficios tremendamente importantes para todos los sectores productivos del país”, plantea Felipe Martin, secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Riego (CNR) del Ministerio de Agricultura.
El apoyo estatal, en todo caso, es indispensable. La Dirección de Obras Hidráulicas solicitó derechos de agua para el trasvase: 36 m3 en el Biobío, 12 m3 en el Maule y 8 m3 en el Rapel. Además, el trazado está hecho pensando en extender las tuberías en las fajas fiscales adyacentes a las carreteras, de modo de minimizar la intervención y expropiaciones o servidumbres y facilitar el acceso a las obras.
Con todo, los dos proyectos conocidos hasta ahora no se materializarán en el corto plazo. “Se está generando una competencia por la alternativa más eficiente, pero aún faltan las etapas de factibilidad y diseño, así como estudios de impacto ambiental y social”, recuerda Martin.
Fuente/ La Tercera
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